El progreso, tanto a nivel
social y político como a nivel cultural, ha traído consigo en los últimos
períodos históricos la difusión a nivel total de la cultura y del conocimiento.
Esto supone un gran avance en pro de la igualdad social sobre el clasismo o el
feudalismo anterior. No obstante, también amplía la diversidad de opinión. A
día de hoy, y con las redes sociales como plataforma, raro es que algún
individuo de nuestra sociedad no tenga una opinión relativamente formada sobre
cualquier tema de actualidad.
Y, aunque en principio, esto es
positivo y fomenta la diversidad y el diálogo, hay ocasiones en las que sigue
triunfando la ignorancia o la fe ciega. Es este el caso de las Teorías Evolutivas.
Desde que en 1859, Darwin estudiara en las tortugas galápagos las relaciones
evolutivas establecidas en su propia especie -siendo, por cierto, un seguidor
de la fe cristiana-, ha sido una cuestión polémica que, a pesar de los
fundamentos empíricos que se han ido adhiriendo a la Teoría desde entonces, ha
traído consigo discusiones y discrepancias.
Tal es la polémica que aún a día
de hoy se genera, que se planteó hace unos cuantos años un Eurobarómetro para
comprobar la concienciación de la población europea de sus orígenes
filogenéticos, y las diferentes opiniones acerca de dicho tema.
Tras ver los resultados de dicho
Eurobarómetro, he sacado en claro varias conclusiones. En primer lugar, un
tercio de la población ignora o reniega de sus orígenes comprobados mediante el
método científico. El 16% niega rotundamente la veracidad de la evolución de
las especies, y me parece vergonzoso. Me da pena que el dogmatismo triunfe en
un sector tan amplio de la población, frente a la ciencia, el empirismo y las
pruebas de que la Teoría Evolutiva tiene más fundamentos que el resto de
opciones que a día de hoy se barajan.
Dicho esto, tampoco hay que
reafirmar la evolución como definitiva, puesto que la ciencia avanza y lo
planteado en el pasado no puede tomarse como un ente incuestionable que nos
ciegue en el futuro. Por supuesto, quedan muchas pinceladas por dar y con el
paso del tiempo se descubrirán más datos acerca del tema, pero a día de hoy, es
la que más se acerca a la realidad de nuestros orígenes.
También me parece penoso que un
11% no muestre interés alguno por conocer sus orígenes, aunque me parece más
coherente y sensato reconocer la ignorancia y contestar de este modo a
demostrar el escaso juicio crítico por otros medios, negándose al progreso
científico y excusándose en la creación de un Dios más propio de la literatura
fantástica que de la realidad material de nuestro Universo.
Lamarck
Las otras alternativas,
principalmente las teorías Creacionistas, el Fijismo, el Catastrofismo y el
Lamarckismo, no deberían ser consideradas teorías científicas, ya que no son
refutables ni comprobables en cualquier situación, no se basan en el método
científico y son simples suposiciones con el único objetivo de respaldar el
bloqueo ideológico, los dogmas, la mitologización de la naturaleza y la
religión que, con la aparición de explicaciones acerca de cuanto nos rodea, se
van debilitando.
Por otra parte, y remitiéndome al
artículo inicial, que defiende que los españoles extraen su conocimiento de “Los
Picapiedra” por la creencia activa de la mitad de nuestra población de la
convivencia entre humanos y dinosaurios, creo que los medios de comunicación
cumplen un papel de gran importancia y necesario en nuestra sociedad, pero en
muchos casos nos puede confundir. Somos muy susceptibles a engaños y nos
creemos prácticamente todo lo que vemos en la televisión, oímos en la radio o
leemos en Internet.
Un caso muy claro que ilustra muy
bien esta susceptibilidad al engaño es el de Orson Welles, que, mediante un
programa radiofónico sembró el temor en la población general con relatos
literarios ficticios. Esto ha ocurrido desde el principio de los tiempos, y
aunque, en este caso, el director no lo hizo con intención de ocasionar esta
histeria colectiva y atemorizar a los oyentes, muchas veces se han orquestado
campañas de difamación mediática y han resultado ganadores los poderes
económicos de las grandes empresas o los grandes propietarios frente al juicio
crítico de los periodistas, que, por conseguir financiación, tienen que
defender ideas no siempre lícitas o morales, o no siempre fundamentadas.
En el caso de la ciencia,
existen teorías erróneas que todo el mundo considera verdaderas por la
influencia de la “cultura general” social y mediática pero que resultan ser erróneas
concepciones culturales sostenidas por la falta de contrastación. Por ejemplo, y
a pesar de que en dos tercios de la población triunfan las teorías de Darwin, cuando
se le pregunta a un miembro de nuestra sociedad en qué se basan, responden con
fundamentos lamarckistas, alegando a que la evolución se da gracias a cambios
en el individuo para adaptarse al medio, es decir, que la función hace al órgano, cuando en realidad se basan en la
selección natural.
Otro ejemplo es el prejuicio
generalizado de los tiburones como animales sanguinarios cuando lo cierto es
que las vacas siguen produciendo más muertes. Esto se puede relacionar
directamente con la influencia del filme de Spielberg “Tiburón”.
En Internet, otro medio de comunicación
más, también ocurre. Se fomenta a veces el hecho de que gente que no es experta
o no conoce en profundidad el tema del que habla informe, como ocurre con blogs
y enciclopedias interactivas como Wikipedia en los que, por desgracia, seguimos
confiando. Y prueba de esta confianza es el rechazo que se tiene aún por la
teoría evolutiva, demostrado en el artículo inicial con anécdotas que relataban
cómo los alumnos se negaban a estudiarla por ser “solo una teoría”.
Si de aquellos que afirman que "solo es una teoría" dependiese, quizá este sería el próximo paso.
No obstante… ¿es sólo una teoría?
¿Se puede considerar sólo una teoría cuando está comprobada antropológicamente
la procedencia del humano de otros homínidos? ¿Se puede considerar una mera
alternativa viendo las grandes similitudes entre las conductas sociales humanas
y animales, especialmente en los simios? ¿Se puede negar la evolución a pesar
de la existencia de fósiles de especies a día de hoy extinguidas? ¿Se pueden
descartar rotundamente las similitudes en el desarrollo embrionario de especies
distintas?
¿Se puede negar el trabajo de la
bioquímica? ¿Se puede tirar a la basura el estudio de la distribución
geográfica de las especies, que, según el clima y los factores geográficos, van
adaptándose mediante mutaciones genéticas y luchando por la supervivencia
mediante la selección natural? ¿Se puede falsar la existencia de órganos
homólogos, de estructura y origen común pero con forma diferente? ¿Se pueden
obviar los residuos de otras especies en el ser humano, como el coxis? ¿O el
parentesco entre especies demostrado por la comparación del ADN?
Creo que, aportando todos los
fundamentos anteriores, la única y definitiva respuesta a las cuestiones
previamente planteadas es “NO”. No es sólo una teoría, es la teoría con más
pruebas empíricas de las opciones barajadas.
Finalmente, se me plantea una
duda. ¿Por qué a estas alturas sigue triunfando la ignorancia ante la ciencia
en una porción tan amplia de la sociedad? ¿Cuáles son los factores determinantes
para que se den estos datos en el barómetro? Considero que hay tres tipos de
factores influyentes.
En primer lugar, la situación
geográfica política. Los países nórdicos, cuyos habitantes tienen otro tipo de
temperamento y cuyo sistema político es más estable, lo cual afianza su desarrollo
social, encabezan la lista. Les siguen los mediterráneos con sociedades
equilibradas, y los centroeuropeos. Finalmente, a la cola de Europa en este
sentido, están los balcánicos, más cercanos a Oriente Medio, inestables a nivel
político y con otro tipo de situación cultural.
El nivel socioeconómico influye.
Los países nórdicos, con economías fuertes y en auge, encabezan la lista junto
con Francia, Gran Bretaña y Bélgica, en proceso de recuperación. No obstante,
esta influencia no es tan decisiva, ya que hay naciones con más nivel
socioeconómico que nuestro país por debajo de España. Por ejemplo, Luxemburgo y
Alemania, con sistemas educativos, sociales y economías tradicionalmente más
firmes.
La religión mayoritaria, por
último, también influye, ya que el único país de mayoría islámica del barómetro
muestra unos niveles preocupantes. No obstante, tampoco creo que haya que ligar
dicho nivel de asiduos a teorías opuestas a la evolución por completo a su
religión, ya que creo importante recalcar su situación geográfica, su política
inestable, su situación económica en vías de desarrollo, un sistema educativo
con carencias… Lo cierto es que, al haber un mayor seguimiento de la religión,
se muestran más reacios a la evolución.
En definitiva, por mucho que los
medios de comunicación o la ética religiosa nos intente convencer de la
legitimidad de otras teorías en detrimento de la evolutiva, debemos tener el
suficiente juicio crítico para contrastar los argumentos y fundamentos de estas
alternativas con la de Darwin, sostenida por pruebas empíricas de peso.
FUENTES CONSULTADAS.